miércoles, 16 de julio de 2014

PREPÁRATE PARA CUANDO TU HIJO LLEGUE A LOS 14 AÑOS…

PREPÁRATE PARA CUANDO TU HIJO LLEGUE A LOS 14 AÑOS…
Llegará un momento en el que extrañes al niño, obediente, cariñoso, extrovertido y sincero.
Llegará cargado de silencio, de nuevas amistades, de música, de moda, de nuevo corte de pelo, de gustos por ciertos tipos de mujeres con más piel que material textil. Vas a extrañar al niño.
En toda situación una de nuestras funciones siempre será, ayudar a los hijos en sus dificultades. Es un reto que, muchas veces, se torna pesado, infructuoso y casi imposible de llevar a cabo pero depende de nosotros el completar la tarea.
Nuestros hijos crecen "aparentemente"  (estatura y contextura), a cada rato solicitar, imploran o tratan de imponer el "déjenme ser como quiero ser", y lo emplean como su mayor eslogan. Cuando esta con dolencias algunas veces recurres al Aceite de Bacalao como la mejor opción terapéutica, si eso es fácil de adquirir pero difícil que el (adolescente estamos hablando) tome dicha medicina, tanto así tomará los consejos que tú les des en esta etapa de su vida.
Sabes?  Mucho depende cuanto tiempo le hayas dedicado en la infancia y niñez, para que el acepte todo cuanto tú le des, a eso le llamamosSABIDURÍA PLENA PATERNAL” pues como buen sembrador le has dedicado tiempo al terreno y en su debido tiempo te has preparado para ver abrir los primeros pétalos de ese cultivo.
No te sorprendas si tu hijo (a) llega un día y no te saluda, no te besa en la mejilla, no te abraza desde atrás y te dice papá o mamá y en su defecto te dice “VIEJO (A)”….. es que ya se activó la hormona del YO PUEDO SOLO (A). Unas veces, el puente de comunicación natural, armónico y sencillo de sus primeros años de la infancia y aquellos de la adolescencia, este puente se  debilita y es difícil cruzarlo.
Se debe tristemente, al gigante invencible, indestructible e  invisible de la juventud es que ya lo ha arrancado con un vigor impulsivo e irreflexivo, obstaculizando cualquier esfuerzo de acercamiento a los problemas que tienen;  Los regaños e indicaciones le hacen sentir como niño o adolescente y, por eso, los rechaza como jarabes amargos.
Tiene conciencia de su libertad  ya sea esta buena o mala, sabe que puede usarla, aunque desconoce su verdadero sentido. Se siente grande, poderoso y experimenta que puede agarrar el mundo con un apretón de manos. Este mundo atrapa colma muchas veces sed infinita de felicidad y en otras apenas es un sorbo de que quiere seguir tomando, es esto último lo que le causa las peores jugadas.  

Quizá, un abismo gigantesco interfiere en las relaciones con los hijos. Los problemas y las dificultades que atraviesan en sus vidas personales parecen inasequibles para los padres. Los consejos y la cercanía que éstos quieren brindar, no llegan hasta la orilla de sus hijos con el impacto esperado.

ALGUNAS COSAS QUE PUEDO HACER PARA VOLVER A TENDER PUENTES EN TRE MI HIJO (A) YO
Este es un paso importante y requiere de tres cosas que debemos tener como padres: VALOR, AMOR Y ESTAR DISPUESTO A NEGOCIAR POR EL BIEN DE ÉL SIN SACRIFICAR EL BIEN DE TODOS. Pues bien sabemos que la respuesta no es nada sencilla porque los hijos tampoco están en una etapa fácil. A veces el error de los padres es la desesperación, la impaciencia o la forma brusca y autoritaria en el actuar (por ejemplo: correrlos de la casa).

Un buen medio es la comunicación entre los padres. Entre los dos se podrán ayudar mejor a conocer a sus hijos. También ayuda tratar de "meterse en sus zapatos". Intentar sentir lo que sienten, pensar en las contrariedades que les acechan o que pueden estar pasando (¡están todavía madurando y necesitan comprensión!). Una postura rígida, por ejemplo, puede transformarse en una actitud afable, amigable, paternal: Una gota de comprensión atrae más a los hijos que un barril de regaños.
Otra solución estriba en el arte de escuchar a los hijos, interesarse por ellos; salir de las "burbujas" rutinarias y darles el tiempo y la atención que merecen. Ayuda mucho preguntarles su opinión, pedirles consejo, hacerles ver que su punto de vista cuenta mucho. Aunque todavía no lo sean, necesitan ser tratados como adultos. Es mejor dar espacio a su iniciativa personal y a sus propuestas, que "acribillarlos" con órdenes y prohibiciones que pueden resolverse en un acuerdo mutuo y constructivo. Y en esos diálogos, conviene valorar sus decisiones para que se hagan responsables de sus actos.

Hay momentos que quizá ya se ha intentado mucho y los problemas de los hijos parecen insuperables. Pensemos, por ejemplo, en aquéllos que están sumergidos en la droga o el alcohol. Por desgracia, la solución se escurre de las manos como el agua (¡y eso es lo más duro!). Desde la perspectiva humana todo parece imposible. En esos momentos lo mejor es pedir ayuda. Buscar a un perito en la materia, más aún, pedir ayuda al pedagogo más veterano, al experto de lo "imposible": a Dios.



La oración dirigida a Dios orienta los sufrimientos, preocupaciones, deseos, esfuerzos humanos y sobrehumanos hacia el bien de los hijos. Con ella, se edifica un puente invisible a los ojos humanos, pero no al corazón del que cree; un puente que llega hasta lo más profundo de sus corazones, pues está construido con los ladrillos de la fe y de la esperanza. Cuando humanamente se hace lo que está en las propias manos y se deja a los hijos en las manos experimentadas y sabias de Dios, el reto se aligera, el fruto empieza a madurar y lo que parecía imposible se hace real porque para Dios no hay nada imposible.

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